La práctica diaria

En sectores como el alimentario, el farmacéutico y el de la atención sanitaria, todo gira en torno a la calidad: de los ingredientes, las materias primas, los medicamentos… y, por supuesto, los productos finales. La temperatura y el grado de humedad desempeñan un importante papel, por eso es esencial tenerlos siempre bien vigilados. Algunas empresas ya utilizan sensores para monitorizarlos continuamente, pero aún son muchas las que emplean muestras aleatorias. 

Puede ser un trabajo sumamente intensivo, especialmente si se trata de un gran almacén u hospital donde se almacenan muchas medicinas. Los propietarios de activos o los inspectores del sector de la salud comprueban dos veces al día la temperatura de los armarios de medicamentos y las neveras donde se guardan medicinas y muestras. Puesto que la mayor parte del día no hay ninguna vigilancia, no pueden saber si hay la temperatura correcta todo el tiempo. 

Esto no se limita al sector de la atención sanitaria, sino que se extiende a cualquiera en el que los activos sean cruciales. Las cámaras frigoríficas de las plantas industriales, las máquinas de producción de las fábricas o las carretillas elevadoras de las empresas de servicios logísticos: cada activo tiene su propio nivel crítico de datos que no debe rebasar. O, como nos gusta decir: cada activo cuenta su propia historia. Piense, por ejemplo, en la humedad relativa, el estado de las baterías, el desgaste, etc. 

Se pierde un tiempo muy valioso

Si los técnicos constatan alguna anomalía durante su inspección de los activos, o si una anomalía no se traduce inmediatamente en una acción, ¡será demasiado tarde! El impacto negativo sobre la calidad de un producto, o de un medicamento en un hospital, puede ser enorme y repercutir en toda la organización. 

Los métodos manuales raramente permiten detectar las anomalías en el instante en que se producen. Y luego es demasiado tarde. Naturalmente, cuando se detectan se da parte de inmediato. A veces se pide a otro miembro del equipo del servicio técnico que localice el problema e intente arreglarlo, pero si hay una planificación establecida tal vez no esté disponible el técnico indicado. En consecuencia, se perderá más tiempo buscando a la persona que pueda arreglar el problema, y mientras tanto persistirá la anomalía y seguirá afectando negativamente a los procesos. 

E, incluso aunque realice monitorización a distancia, si no la asocia a su sistema de gestión del mantenimiento o de los activos perderá un tiempo valioso, con todas las consecuencias que eso implica. 

Se puede evitar. Pero ¿cómo?

Este tipo de activos se pueden vigilar y monitorizar. El comportamiento de los armarios de medicamentos, neveras o cámaras frigoríficas se puede controlar instalando sensores de Internet de las Cosas (IoT), un Controlador Lógico Programable (PLC) o una Interfaz Persona-Máquina (HMI). De esta manera se obtienen datos de los activos en tiempo real, como la temperatura, el consumo de energía y muchos más. 

La monitorización de esos datos crea una huella digital del comportamiento normal del activo. A partir de ella se puede reconocer el comportamiento anómalo, y estar alerta a tiempo antes de que surjan los verdaderos problemas.
El gestor de activos puede incluso asociar esos datos a una herramienta EAM. La información en tiempo real del estado de los activos permitirá actuar en cuanto sea preciso. En caso necesario, podrán enviarse notificaciones inmediatas para que se proceda directamente a la acción o reparación. Es la forma de conseguir que el mantenimiento oportuno de los activos en los hospitales y plantas industriales sea una realidad. 

¡Mejore la disponibilidad de sus activos!

¡Y la suya propia! Un sistema inteligente de gestión de sus activos simplifica el proceso, mejora la disponibilidad y ahorra mucho tiempo. Tiempo que podrá destinar a otros asuntos con vistas a mejorar sus principales procesos, por ejemplo la atención de los pacientes o el proceso de producción industrial.

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